Atención Temprana en niños

Por el título y en automático, podríamos pensar que la ansiedad a la que me refiero que da el cambio en el regreso a clases, está puesta en el chico con alguna condición. Las personas con autismo sabemos que son personas que se benefician de estructura, y el cambio en las rutinas no les es del todo agradable. Sin embargo, este artículo va dirigido a los padres.

Hace 2 semanas hicimos una pregunta en redes sociales, sobre qué sensación les producía regresar a clases presenciales. De todos los comentarios, únicamente uno contestó que era lo que seguía, sin mucha emoción de por medio.  Todos los demás madres, padres, abuelos y tíos, respondieron con absoluta claridad, “no quiero que mi hijo regrese” “me aterra la idea de volver” “no siento que estemos listos”. 

Más allá del color del semáforo, que sabemos, puede ser bastante aleatorio, la ansiedad por volver tiene que ver con un factor que a mi parecer es el mismo con o sin pandemia, el miedo a lo nuevo, el miedo a que fallemos, a que no se pueda, a que no lo tolere, pero de quién es el miedo, ¿de nosotros? o ¿de los chicos? Todas estas preguntas que surgen frente a un cambio, no sólo ocurren ante pandemias, ocurren también cuando pasamos de grado, cuando cambiamos de maestra, cuando pasamos a la adolescencia, y utilizo el plural porque el miedo es de todos. compartido y esparcido como polvorín entre padres. 

Seguro habrá familias leyendo esto, que sus hijos toleran por completo el cubrebocas y aun así el miedo es el mismo. ¿Se adaptará de nuevo? ¿habrá generalizado todo lo que le enseñé en este periodo? siempre, siempre surgirán dudas, siempre habrá miedo, pero así como teníamos miedo cuando todo esto inició, así como nos surgían dudas de las clases en línea, tenemos que afrontar los días con la mayor flexibilidad y resiliencia que podamos. Abriéndonos a la posibilidad de un nuevo cambio, abriéndonos a nuevos retos, que nos traerán a su vez nuevos aprendizajes y habilidades. 

Este artículo lo escribí antes de realizar un live con Paola Trujillo y Mariangie Silveyra sobre los aprendizajes de pandemia el cual pueden encontrar en el fb de Crea tu Mundo e Iluminemos, y me gustaría agregar, que este regreso no será más fácil pero tampoco será imposible, nos echaremos el costal de la incertidumbre encima como mencionó Mariangie, y seguiremos caminando encontrando las herramientas apoyándonos de nuestra red cercana y acompañándonos de especialistas, para continuar día con día aprendiendo. 

 

Algunas estrategias específicas para el regreso.

Estructura: Antes de iniciar el día, platica con él y haz en conjunto una lista de acontecimientos que ocurrirán, estructura el día  con un esquema claro. Al finalizar el día, puedes leer un cuento que hable sobre las clases o el uso del cubrebocas o bien, hacer un dibujo de lo ocurrido en el día, haciendo énfasis de aspectos positivos. Prepárese con anticipación, visitando presencialmente la escuela, tomando fotos para recordarlo día con día, platicando sobre ese tema, haya o no lenguaje. 

 

En caso de que tu hija o hijo no quieran regresar pueden hacer una lista de cosas buenas que tiene la escuela, sobre nuevos aprendizajes, pueden motivar con objetos como una lunchera nueva para ir a la escuela con su personaje favorito, y poco a poco platicar sobre los aspectos positivos. 

 

Por último, me gustaría dejar una lista de aprendizajes positivos de la pandemia. 

 

Los terapeutas: 

  • Reconocimos hoy más que nunca la importancia de acompañar y acercarnos a la familia como iguales. 
  •  
  • Reconocimos la importancia de trabajar en equipo con la familia nuclear y extendida.
  •  
  • Aprendimos a flexibilizar nuestros programas para llevarlos fuera del consultorio 
  •  
  • Aprendimos a reestructurar objetivos terapéuticos para impactar de forma directa la calidad de vida. 
  •  
  • Con las personas con asperger, identificamos la importancia de motivar mucho más sobre aspectos sociales.
  •  
  • Es fundamental trabajar sobre aspectos de atención médica. 
  •  
  • Es indispensable escuchar y trabajar la resiliencia en nosotros y con las familias. 
  •  
  • Aprendimos a trabajar de forma interdisciplinar. 
  •  

 

La familia: 

  • Muchas familias aprendieron a creer en los chicos, a observar claramente como si se puede. 
  •  
  • Muchas familias conocieron, jugaron y convivieron mucho más, reconocieron su importancia. 
  •  
  • Muchas familias conocieron nuevos alcances, se involucraron en el proceso terapéutico y educativo de sus hijos. 
  •  
  • Muchas familias, flexibilizaron su pensamiento, y lograron acoplarse al dia a día. 
  •  

 

La escuela regular: 

  • Necesitamos seguir trabajando en la escuela regular, ya que la pandemia hizo que se vieran con lupa, las barreras de las escuelas para incluir con calidad a personas con autismo. 
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Regreso a clases

Por el título y en automático, podríamos pensar que la ansiedad a la que me refiero que da el cambio en el regreso a clases,

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Por el título y en automático, podríamos pensar que la ansiedad a la que me refiero que da el cambio en el regreso a clases, está puesta en el chico con alguna condición. Las personas con autismo sabemos que son personas que se benefician de estructura, y el cambio en las rutinas no les es del todo agradable. Sin embargo, este artículo va dirigido a los padres.

Hace 2 semanas hicimos una pregunta en redes sociales, sobre qué sensación les producía regresar a clases presenciales. De todos los comentarios, únicamente uno contestó que era lo que seguía, sin mucha emoción de por medio.  Todos los demás madres, padres, abuelos y tíos, respondieron con absoluta claridad, “no quiero que mi hijo regrese” “me aterra la idea de volver” “no siento que estemos listos”. 

Más allá del color del semáforo, que sabemos, puede ser bastante aleatorio, la ansiedad por volver tiene que ver con un factor que a mi parecer es el mismo con o sin pandemia, el miedo a lo nuevo, el miedo a que fallemos, a que no se pueda, a que no lo tolere, pero de quién es el miedo, ¿de nosotros? o ¿de los chicos? Todas estas preguntas que surgen frente a un cambio, no sólo ocurren ante pandemias, ocurren también cuando pasamos de grado, cuando cambiamos de maestra, cuando pasamos a la adolescencia, y utilizo el plural porque el miedo es de todos. compartido y esparcido como polvorín entre padres. 

Seguro habrá familias leyendo esto, que sus hijos toleran por completo el cubrebocas y aun así el miedo es el mismo. ¿Se adaptará de nuevo? ¿habrá generalizado todo lo que le enseñé en este periodo? siempre, siempre surgirán dudas, siempre habrá miedo, pero así como teníamos miedo cuando todo esto inició, así como nos surgían dudas de las clases en línea, tenemos que afrontar los días con la mayor flexibilidad y resiliencia que podamos. Abriéndonos a la posibilidad de un nuevo cambio, abriéndonos a nuevos retos, que nos traerán a su vez nuevos aprendizajes y habilidades. 

Este artículo lo escribí antes de realizar un live con Paola Trujillo y Mariangie Silveyra sobre los aprendizajes de pandemia el cual pueden encontrar en el fb de Crea tu Mundo e Iluminemos, y me gustaría agregar, que este regreso no será más fácil pero tampoco será imposible, nos echaremos el costal de la incertidumbre encima como mencionó Mariangie, y seguiremos caminando encontrando las herramientas apoyándonos de nuestra red cercana y acompañándonos de especialistas, para continuar día con día aprendiendo. 

 

Algunas estrategias específicas para el regreso.

Estructura: Antes de iniciar el día, platica con él y haz en conjunto una lista de acontecimientos que ocurrirán, estructura el día  con un esquema claro. Al finalizar el día, puedes leer un cuento que hable sobre las clases o el uso del cubrebocas o bien, hacer un dibujo de lo ocurrido en el día, haciendo énfasis de aspectos positivos. Prepárese con anticipación, visitando presencialmente la escuela, tomando fotos para recordarlo día con día, platicando sobre ese tema, haya o no lenguaje. 

 

En caso de que tu hija o hijo no quieran regresar pueden hacer una lista de cosas buenas que tiene la escuela, sobre nuevos aprendizajes, pueden motivar con objetos como una lunchera nueva para ir a la escuela con su personaje favorito, y poco a poco platicar sobre los aspectos positivos. 

 

Por último, me gustaría dejar una lista de aprendizajes positivos de la pandemia. 

 

Los terapeutas: 

  • Reconocimos hoy más que nunca la importancia de acompañar y acercarnos a la familia como iguales. 
  •  
  • Reconocimos la importancia de trabajar en equipo con la familia nuclear y extendida.
  •  
  • Aprendimos a flexibilizar nuestros programas para llevarlos fuera del consultorio 
  •  
  • Aprendimos a reestructurar objetivos terapéuticos para impactar de forma directa la calidad de vida. 
  •  
  • Con las personas con asperger, identificamos la importancia de motivar mucho más sobre aspectos sociales.
  •  
  • Es fundamental trabajar sobre aspectos de atención médica. 
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  • Es indispensable escuchar y trabajar la resiliencia en nosotros y con las familias. 
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  • Aprendimos a trabajar de forma interdisciplinar. 
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La familia: 

  • Muchas familias aprendieron a creer en los chicos, a observar claramente como si se puede. 
  •  
  • Muchas familias conocieron, jugaron y convivieron mucho más, reconocieron su importancia. 
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  • Muchas familias conocieron nuevos alcances, se involucraron en el proceso terapéutico y educativo de sus hijos. 
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  • Muchas familias, flexibilizaron su pensamiento, y lograron acoplarse al dia a día. 
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La escuela regular: 

  • Necesitamos seguir trabajando en la escuela regular, ya que la pandemia hizo que se vieran con lupa, las barreras de las escuelas para incluir con calidad a personas con autismo. 
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Regreso a clases

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“Quiero que mi hijo con autismo sea feliz”

En nuestro trabajo, hemos escuchado a cientos de padres decir: “Yo tan sólo quiero que mi hij@ sea feliz…”

Imaginemos situaciones comunes que en cualquiera de nosotros generarían impaciencia, enojo y frustración: 1) llegar con prisa a un restaurante o a un banco y ver una inmensa fila de espera; 2) redactar un mensaje o correo urgente —al médico o a la escuela de nuestros hijos— y verlo desaparecer porque el celular o la tablet se quedó sin batería; 3) ser citado por nuestro jefe o superior porque algo no va bien con la labor que desempeñamos. Las tres problemáticas son distintas, pero el nivel de inquietud y estrés que pueden generar no es necesariamente proporcional a la gravedad del asunto. Cada caso está sujeto a particularidades específicas y varía de persona a persona.

Las soluciones que cada persona podría darle a cada uno de estos tres contratiempos están relacionadas, eso sí en todos los casos, con las herramientas que adquirimos desde casa y con que en el pasado ya hemos enfrentado situaciones similares y aprendimos a sufrirlas en menor medida.

Lo anterior es así para una persona neurotípica y no varía en el caso de una persona dentro del espectro, claro, si les permitimos vivir sus propias consecuencias para entonces, crear sus propias herramientas para subsanar el malestar inmediato ante estas cosas.

El llegar a sentirnos satisfechos y felices —más allá de las circunstancias de lo momentáneo—, implica que algún día aprendimos reconocer nuestros errores, a considerar al otro, a hacernos responsables de nuestros actos; evidencia, también, que un día fuimos rechazados, que sufrimos y perdimos cosas preciadas en el camino, que aprendimos a esperar, a escuchar a los demás y a ser escuchados.

Finalmente, esta satisfacción y esta felicidad, entendidas más bien como plenitud y no como capricho y satisfacción inmediata, dejan ver que logramos comprender que las situaciones de la vida no son exactamente como deseamos y que, a pesar de ello, estamos bien. Todo esto lo aprendimos a través de una estructura social y familiar que nos limita y a la vez nos brinda herramientas (autoconocimiento, respeto por el otro, capacidad de enfrentar emociones no placenteras, cuidado de nosotros mismos, control de los impulsos, sensación de satisfacción personal). Sería imposible haber aprendido todo esto sin restricciones y sin haber vivido las consecuencias de nuestros actos.

La felicidad no se construye en el vacío. El que una persona pueda hacer lo que desea en el momento que desea no necesariamente significa que sea feliz. Cuando una persona no sabe qué se espera de ella, cuando no se conoce a sí misma, cuando se le dicta únicamente lo que NO debe hacer, sin guiarla hacía lo que SÍ debe hacer, se presenta un alto grado de ansiedad que no nos habla de un panorama de felicidad.

Educar en libertad no es sinónimo de falta de límites. La libertad, y por lo tanto la plenitud, tienen que ver también con saber que no debemos pasar por encima de otros. La libertad, y por lo tanto la felicidad, están totalmente relacionadas con la autonomía y la independencia (sin importar la edad o la condición). Un niño o niña que no sabe qué sí debe y qué no debe hacer. Nunca podrá tomar decisiones respecto a su propia vida, dependerá siempre de que estemos ahí para redirigir su comportamiento.

Es importante que dejemos de tener miedo a decirle que no a nuestros hijos. Debemos reconocer que tenemos miedo a que no nos quieran y a que sufran, pero una vez que hemos reconocido estos dos grandes monstruos, toca ponernos manos a la obra, poner límites y dar estructura como lo haríamos si no tuviera una condición. Aplicar límites a una persona dentro del espectro autista, desde luego no será tan sencillo, pero de ninguna manera es imposible.

Una persona con autismo y con cualquier otra condición merece que le brindemos todas las herramientas posibles para poder, algún día, tomar decisiones sobre sí mismo. Privar de esto a una persona con alguna condición significa negarle la oportunidad de adquirir todos estos aprendizajes y, por lo tanto, significa privarlo de ser independiente, responsable de sí mismo y, por ende, privarlo de ser pleno.

Decir “Yo quiero que mi hijo sea feliz”, no es desear poco. Pero para que esto sea una realidad, debemos reconocer el papel tan importante que como padres y educadores cumplimos en este proceso. Su felicidad no es una reducción, no es conformarse. Para que sean felices no debemos entonces dejar que hagan tan solo aquello que su impulso inmediato les dicta, para que sean felices necesitan nuestra guía y compañía, necesitan equivocarse y, sí, sufrir. Deben aprender a reconocer sus errores, conocerse y saber que algunas de sus acciones pasan por encima de sus hermanos, padres o compañeros; deben saber que ciertas cosas no están permitidas, no porque así lo digamos, sino porque eso les permitirá ser más autónomos, respetando al otro. Deben entender lo que son y lo que no son, como todos nosotros lo hicimos en algún momento, y para eso debemos aceptar su condición y ponernos a trabajar, sin considerar que TAN SOLO deben ser felices. El que un niño o niña lo pueda todo significa que en su momento lo educamos para ser parte de ese todo.

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Regreso a clases

Por el título y en automático, podríamos pensar que la ansiedad a la que me refiero que da el cambio en el regreso a clases,

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¿La inclusión educativa exitosa… es aquella en donde el Autismo no se ve?

Hace un par de meses mi socia y yo platicábamos con un colega del ramo: sobre inclusión educativa de chicos con autismo. En medio de la plática, el mencionó una frase que se me quedó profundamente grabada y sobre la que se desarrolla este texto.

La plática fluía con normalidad, hasta que para explicamos el gran logro que había tenido con uno de sus chicos con Autismo mencionó: “Fue una inclusión muy exitosa, ya que al entrar al salón, no podías notar quién era el alumno con Autismo”. Dijo la frase con orgullo, ya que desde su punto de vista, el “buen” comportamiento del chico reflejaba que ya no se notara su condición y que se “camuflajeara” entre los demás chicos, si entrabas al salón y no identificabas la diferencia, entonces, podríamos ponernos una estrellita a una inclusión educativa exitosa.

Desde mi punto de vista, a pesar de que tengamos un manual de inclusión educativa con procesos claros y estrategias bien fundamentadas, si nuestra filosofía desde donde se mira la inclusión educativa no acepta las diferencias, seguiremos acarreando los mismos problemas de exclusión y discriminación.

El mejor ejemplo de cómo se puede ver desde varias perspectivas a la inclusión educativa, es el de un recreo en una primaria regular, generalmente, la pregunta que nos hacen las maestras es ¿Qué hago si el chico con Autismo quiere jugar sólo e ignora a los demás? o ¿Qqué hago si en el recreo se la pasa aleteando o dando vueltas en círculos?.

La posible respuesta que le demos a la maestra puede partir desde dos filosofías distintas, la primera puede ser: brindar estrategias para que disminuyan los aleteos con actividades de integración sensorial o estrategias conductuales, es decir, tratar de eliminar la conducta.

Como resultado, tenemos a un chico que puede pasar “desapercibido” y que juega a las correteadas igual que los demás. La segunda es hacerle ver a la maestra que todos tenemos formas distintas de jugar y que una no es mejor que la otra, que la persona con Autismo puede o no tener interés en relacionarse con los demás, habrá momentos en donde prefiera dar vueltas en círculos y así de pasar el rato en su recreo, mencionarle que es importante que los demás chicos también lo entiendan de esa manera y que pueden hacer una invitación al juego, pero no es su obligación hacerlo.

Así como resultado, tenemos un espacio que permite al otro ser diferente, respetar que el otro tenga un proceso de pensamiento distinto al nuestro y, así podemos llegar a entender al mundo como un lugar diverso, en donde se ve la diferencia como algo natural que no se quiere ocultar ni esconder. Bajo mi perspectiva ésta respuesta contribuye a que la maestra construya su propio manual a partir de los derechos más fundamentales.

Bajo nuestra forma de ver la inclusión, las estrategias que brindas como “especialista” en Autismo, tienen que ir encaminadas a mejorar procesos de inclusión que beneficien a todos dentro del Aula, y no sólo a la persona con Autismo. Me gustaría creer que el éxito en la inclusión educativa no es que un niño con autismo en la escuela pase desapercibido, sino que, sea parte de la comunidad con todas sus diferencias. Cómo menciona Rawls 1971 y Sen 1998 la discusión sobre la igualdad y la equidad, lleva a mostrar la necesidad de atender la diversidad propia del ser humano […] la equidad parte del reconocimiento de las desigualdades intrínsecas de los sujetos, en diversas dimensiones de la vida social.

La inclusión educativa de calidad constituye un reto para los centros educativos, sin embargo, con un cambio de perspectiva respecto a la diferencia entre personas, tendremos más de la mitad del camino ganado.

https://www.creatumundo.com.mx/servicios/inclusion-educativa/

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